El passat 4 d’octubre va morir el filòsof Jesús Mosterín. Diversos mitjans han dedicat articles a la figura de Mosterín durant aquests dies. Certament, la mort de Mosterín és una lamentable pèrdua per a la filosofia contemporània i per al món intel·lectual en general.
I és durant tots aquests anys de carrera, Mosterín va desenvolupar el seu pensament en un bon nombre d’àrees diverses, però totes lligades per la seva passió pel coneixement i pel desig de transmetre-ho a un públic generalista, de vegades poc inclinat a qüestions filosòfiques més dures. No és, doncs, casualitat que s’hagi comparat a Mosterín en més d’una ocasió amb un altre il·lustre filòsof i divulgador, en Bertrand Russell.
La carrera de Mosterín, natural de Bilbao, va començar a Madrid, on va estudiar filosofia per després doctorar-se a Barcelona. Es va especialitzar en lògica matemàtica, en filosofia del llenguatge i en filosofia de la ciència, portant a terme investigació i docència en diverses institucions europees, asiàtiques i americanes.
Justament la lògica, el llenguatge i la ciència són els pilars que travessen l’obra de Mosterín, que es pot veure com un univers complet en si mateix, o una gran obra coherent i sempre en moviment. I sempre amb un estil clar, nítid, impecable en la seva estructura, que defuig obscurantismes innecessaris.
Així, els treballs més específics sobre lògica, llenguatge i ciència (com Ciencia, filosofia y racionalidad, Diccionario de lógica y filosofía de la ciencia, y Conceptos y teorías en la ciencia) tenen un reflex a qüestions socials i culturals més amples (Ciencia viva, La Cultura de la libertad, La Naturaleza humana), fins a arribar a la qüestió de la defensa i de la dignitat dels animals, una altra de les passions de Mosterín (¡Vivan los animales!, El triunfo de la compasión, El reino de los animales).
Mosterín sempre va ser un defensor del valor de la racionalitat, de la necessitat d’apostar per la raó, i fer que la filosofia que no es mantingués en un regne separat de la ciència, si és que la filosofia manté la seva pretensió de conèixer la realitat.
Fa uns anys Ángel L. Fernández Recuero va entrevistar a Mosterín per a Jot Down. Tota l’entrevista és excel·lent, i és una mostra de la lucidesa i del poder analític de l’intel·lecte del filòsof. Destaquem unes línies que mostren com Mosterín entenia l’activitat filosòfica:
La gran filosofía ha estado siempre relacionada con la ciencia; es inseparable de la ciencia. Y, a su vez, gran parte de la ciencia es inseparable de la matemática. La matemática es el lenguaje no de toda la ciencia, pero sí de gran parte de la ciencia, de la física, de la economía, etc. Si queremos hacer filosofía seria, tenemos que hablar del mundo y de la realidad, y nuestra fuente de información es, en definitiva, este esfuerzo de racionalidad colectiva teórica que es la ciencia. Y esto siempre ha sido así. En griego se dice a veces que la palabra filosofía viene de φιλοσοφία y la palabra ciencia de ἐπιστήμη. Pero en griego clásico, el griego de Platón y Aristóteles, las palabras φιλοσοφία y ἐπιστήμη son totalmente sinónimas, al cien por cien. Para ellos la oposición está entre filosofía o ciencia por un lado, el saber serio y fiable, y, por otro lado, lo que llamaban la δόξα, que es la mera opinión más o menos arbitraria. Si Aristóteles resucitase ahora y fuese a ver al rector de una universidad de nuestro tiempo para pedirle trabajo, lo estaría poniendo en un aprieto: no sabría en qué facultad situarlo.
I ja que citem al filòsof, permeteu-me que acabi aquest breu homenatge amb altres dues cites seves.
La primera pertany a l’article entorn de l’eutanàsia Una cita con la parca, que Mosterín va publicar al diari El País després de guanyar la primera batalla amb la malaltia que l’acabaria matant. Tal com recorda la plataforma Sin permiso, Mosterín va escriure unes paraules dures però d’una lucidesa esglaiadora:
Todos los seres vivos somos configuraciones efímeras de las partículas de que estamos hechos, pompas de jabón, fogonazos fugaces, olas en el océano inmenso de la realidad. Biológicamente, y como ya sabía Aristóteles, la única posibilidad de sobrevivir a la muerte, aunque muy provisionalmente, es la reproducción. Nuestros genes siguen su camino en nuestros descendientes (los míos, en mis siete nietos), pero ese es su camino, no el nuestro, e incluso este linaje tiene los días contados. Subjetivamente, la vida es formidable y maravillosa en la medida en que tenga componentes formidables y maravillosos. Cuando ya no los tiene en absoluto, sino todo lo contrario, la vida puede convertirse en una farsa sin sentido cuya única solución es la muerte. La muerte del organismo es valorativamente neutral; no tiene nada de bueno ni de malo. Y es lo más natural del mundo.
La segona cita pertany a la meva obra preferida de Mosterín:
Mosterín, Jesús
Lo mejor posible: acción y racionalidad humanas
Madrid : Alianza, cop. 2008
Lo mejor posible és una investigació sobre què és la racionalitat, sobre com hauríem d’entendre allò que és ser racional i com la racionalitat es relaciona amb la vida humana amb l’objectiu d’ajudar-nos a tindre no una vida qualsevol, sinó una vida bona i bella.
La cita que volia compartir amb vosaltres de Lo mejor posible parla sobre el tòpic de si es pot ser feliç cercant la racionalitat i comportant-se d’acord amb ella. Mosterín no en té cap dubte:
[…] podemos preguntarnos: el ser racionales ¿nos hace más felices? Depende, naturalmente, de lo que entendamos por felicidad. […]. Pero al menos en alguno de sus sentidos parece que la felicidad depende de la consecución de nuestros fines últimos, de la satisfacción de nuestros deseos más profundos.
Al ser la racionalidad la estrategia que nos conduce a alcanzar nuestros fines últimos en la mayor medida posible, la racionalidad nos garantiza el máximo de felicidad consciente posible. Pero en la medida en que el examen de nuestros fines trae a nuestra consciencia metas difícilmente alcanzables, el agente racional nunca está satisfecho ni encuentra sosiego duradero. Pero sabe que hace cuanto puede por alcanzar sus metas. Y acepta su destino. El destino consiste en la totalidad de los factores que afectan a nuestra vida, pero escapan a nuestro control.
Nadie escapa al destino. La racionalidad nos permite domar el destino en la medida en que ello es posible y conocerlo y aceptarlo en lo que tiene de inevitable. Esto da lugar a un cierto tipo de felicidad que es a la vez lucha y aceptación, goce e insatisfacción, tensión respecto a lo posible y relajamiento frente a lo inevitable. A este tipo de felicidad lúcida nos invita el célebre verso de Píndaro:
No aspires, oh alma mía, a la vida inmortal,
pero agota el campo de lo posible. (p. 38)
En temps d’irracionalitat, allò que menys necessitem és perdre defensors de la raó. DEP Jesús Mosterín.
1 Comment
Desde que salió publicado su libro “Vivan los animales”, cada vez que me enteraba de alguna noticia (de estas que te llegan) del mundo animal, acostumbraba a decir “Como dice Jesús Mosterín… que vivan los animales!” Ahora tendré que decir, “Como decía…”.
Para mi no es una pérdida ya que su legado siempre estará aquí. Y como los grandes pensadores, Mosterín nos acompañará en nuestro camino, si estamos dispuestos a escucharle.