Són moltes les persones que no acaben de decidir-se per la lectura en llibre digital. Pot ser que per nostàlgia, o per resistència als canvis que ens porta la tecnologia. Tot i que la nostra manera de processar informació també té quelcom a veure: sembla que el llibre en paper facilita la comprensió d’allò que llegim gràcies a la seva dimensió física. Tal com si necessitéssim sentir les pàgines, poder passar-les amb els nostres dits, per a poder recordar millor allò llegit.
Aquests dos eixos, la memòria i la dimensió física del llibre, hi són ben presents a alguns passatges del llibre d’assajos d’Emilio Lledó Los libros y la libertad. Lledó és filòsof i filòleg, amb una més que ampla carrera com a docent i investigador, i és membre de la Reial Acadèmia Espanyola, per la qual cosa les seves reflexions adquireixen formes molt líriques.
Lledó, Emilio
Los libros y la libertad
Barcelona: RBA, 2013
Ja al pròleg Lledó ens introdueix a la profunda relació entre el llibre i la memòria. Per a Lledó, l’aparició de l’escriptura va ser una manera fonamental d’escapar a la transitorietat de la vida humana, sempre marcada pel transcórrer del temps:
[…] la cultura fue estableciendo, pausadamente, un vínculo para que el transcurrir del tiempo no acabase, como era su destino, en el olvido. Y fue l’escritura el primer artificio para sujetar ese río del tiempo donde el esperar humanizaba la vida, permitiendo que el “después” no se disolviera para siempre. (p. 10)
L’escriptura va acabar sent plasmada al llibre, i així aquest va acabar rebent el temps, els instants que l’ésser humà va poder capturar per manllevar-los de l’oblit que implica la comunicació oral:
Los cauces de la escritura acabaron, al fin, en el mar de los libros; en ese inmenso espacio que albergaba y recreaba los múltiples territorios de la cultura. (p. 10)
Per això…
El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron a esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido. (p. 10)
El llibre com a suport de l’escriptura, que a la vegada és una manera de capturar el temps, el passat, que gràcies al llibre pot projectar-se al futur i que permet que puguem dialogar, des del present, amb els temps que ja han marxat. Per a Lledó, aquesta capacitat de l’escriptura d’atrapar el temps atorga al llibre el seu caràcter d’objecte del món real, tot i que és una realitat d’un tipus peculiar:
Al agotarse en la oralidad, en las palabras pronunciadas, la presencia de lo que se decía, solo los surcos sembrados de la escritura, pudieron alargar la vida de la memoria. La escritura fue, así, la consolidación de buena parte de aquello que los seres que hablaban anhelaron, soñaron, desearon. Esa consolidación otorga a los libros un carácter real. Son objetos manejables, presencias que, paradójicamente, están cargadas de ausencias, porque aquellas fracciones de tiempo en los que fueron componiéndose, han desaparecido. Pero su masiva, amistosa, compañía nos deja percibir la realidad de una historia en la que las manos hacen pasar, pausadamente, el palpitar del tiempo hecho aire escrito. (p. 11)
Aquesta realitat del llibre com a objecte, derivada del temps consolidat per l’escriptura, és allò que per a Lledó manca a les noves tecnologies de lectura. I la realitat perduda del llibre també ens priva de les formes de relació que entaulem amb ell:
Leer no es lo mismo desde la iluminación imprescindible que llega del propio aparato electrónico, que la otra luz de la página que acariciamos al pasarla, incluso en la oscuridad, y que se ilumina de otra luz, de otro sol. Sabemos que el libro que tocamos está todo ante nosotros. […] Sabemos, también, que los libros envejecen a nuestro lado, amarillean con el tiempo, como decía el poeta, y llevan, muchos de ellos, las marcas de nuestras lecturas, las notas de las reflexiones que despertaron, las pruebas de nuestro amor. (p. 13)
Els llibres que posseïm i que forment les nostres biblioteques personals, gràcies a la seva presència física, no sols ens permeten entaular contacte físic amb el temps que representa l’escriptura. A més juguen un paper molt important a l’hora d’establir el nostre lloc al món:
[…] la casa que habitamos tiene siempre objetos, retratos, que avivan nuestros recuerdos y que nos enhebran en el pasado. Entre esos objetos, esas realidades que conforman nuestra vida, los libros tienen un lugar preeminente: el lugar sonoro de un inacabado diálogo que va forjando nuestra personal humanización. […] Quienes hemos tenido que hacer, por razones profesionales, nuestra vida en compañía de los libros acabamos percibiendo el cálido cobijo que nos ofrecen desde la silenciosas estanterías en que los ordenamos. Muchas veces, recorriendo con la mirada esas paredes de mi biblioteca, pienso que podría reconstruir la pequeña historia de mi vida, deslizándome por los recuerdos que esos libros me despiertan. (p. 15 – 16)
A l’obra de Lledó també hi ha espai per a un altre tipus de biblioteques, les biblioteques públiques, gràcies a una bella reflexió sobre els fons bibliotecaris:
Fondo quiere decir, según una de sus acepciones en el DRAE, “superficie sólida sobre la cual está el agua”. No solo, pues, conjunto de bienes, o de libros, sino ese fundamento sobre el que se alza la memoria. Un fondo sólido donde se mueve el agua de la vida, la luz de los ojos, y que, en el cambio de las generaciones, va dando suelo al tiempo y surcos a la historia. El fondo y el agua son los elementos que, en esta metáfora, constituyen la mayor riqueza de los seres humanos. Porque ese fondo inmóvil de los libros, en el continuo movimiento del mar de la existencia, necesita la luz que ejemplifica la claridad líquida de los miles de ojos que pueden atravesar el oleaje del vivir, y encontrar fundamento, encontrar fondo. (p. 87)
L’escriptura posseeix la capacitat de capturar la veu de temps passats, però inevitablement sempre hi ha veus que es perden. I per a Lledó aquesta és la font d’un peculiar plaer que ens proporcionen les biblioteques:
Los miles de años en que los seres humanos hablaron sin que, todavía, las letras fijasen en el pergamino, en el papiro o en el papel el soplo semántico de la vida quedaron, de alguna manera, perdidos para la experiencia de aquellos que no hubiesen compartido el inmediato y siempre efímero latido de las palabras pronunciadas. Por eso no podemos evitar la emoción que nos producen esos objetos pacientes, instalados en los estantes de todas las bibliotecas del mundo, que mantienen vivas las palabras reposadas allí, a la espera de los ojos del lector que lleva a ellas, en los sucesivos momentos en los que discurre la lectura, su propio tiempo, el único tiempo realmente posible que las despierta. (p. 118 – 119)
Segons Lledó, la manca de dimensió física del llibre electrònic, i el plaer que obtenim de la nostra relació amb ella, és el motiu pel qual el llibre físic mai podrà ser substituït:
Al pasar las páginas con nuestros dedos descubríamos una misteriosa posibilidad de acariciar el tiempo, de sentirnos identificados con aquella silenciosa voz que la vida ideal y real de nuestros ojos hacía, instante a instante, latido a latido, renacer. Por eso los medios tecnológicos, las nuevas formas de presentar la escritura, jamás podrán suplantar esos objetos vivos, reales, que empiezan a llenar el espacio de nuestras casas y a los que acudimos en esos momentos en que necesitamos escuchar, sentir, el tiempo pasado y las voces que nos lo hablan. (p. 138)
Los libros y la libertad és una obra plena de bells passatges que ens parlen de la personal visió que Emilio Lledó té dels llibres, i que potser connecta amb la teva pròpia. Una visió en la qual els llibres no són mer instrument o suport, sinó un objecte fonamental a les nostres vides i per a la nostra cultura, amb el que podem arribar a mantenir un vincle…
[…] de amistad inalterable, esa amistad y amor que, con el lenguaje, es una de las pocas cosas por las que merece la pena vivir […] (p. 139)
2 Comments
Aquesta lectura no me la perdo. Gràcies per la recomanció
Espero que t’agradi i el trobis interessant, doncs. Moltes gràcies pel comentari Anna.